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VII Concurso de Belenes organizado por la Fundación SER
03 de Diciembre del 2017
No podía contener el movimiento frenético de mis piernas al bajar la calle Marqués de Urquijo y mis pasos al compás de las luces del semáforo hasta que finalmente llegué. No era un portal corriente de paja y animales sino que tenía barrotes y aun teniendo telefonillo, entré sin llamar. Algo me impulsó a bajar las escaleras y me adentré en lo que parecía ser un despliegue de la creación sobre un lienzo en blanco recreando el nacimiento de Jesús en el pesebre.
Un séquito de elfos creaba con la maña de sus manos recortes y pequeñas figuras de papel que juntas proporcionaban sentido a una escena más amplia. Algunos, realizaban las vestimentas pobres para que se significaran del estilo recargado de los reyes magos. Otros realizaban con esmero los camellos con patrones de costura, y los más atrevidos se dejaban llevar consiguiendo formas que no se asemejaban a nada y a todo a la vez como el arte de vanguardia. Desde los ángulos de la habitación rebotaban ecos de las órdenes que se mandaban entre ellos: +¿tenéis goma Eva para el pelo? ¿De qué color pinto el cielo?
Discutían meticulosamente sobre la disposición de los elementos hasta llegar por convención a la decisión más sensata.
Irrumpí en aquella sala como elemento discordante en todo ese bullicio de oficina ; como quien entra en hora punta al departamento de ventas . Poco duró esa sensación de extrañeza hasta que me estrecharon la mano, me dieron un par de tijeras y me dijeron: ¡al tajo!
Charlamos durante buen rato y como en toda empresa disfrutamos de un chocolate caliente y un merecido descanso. Para cuando se puso el sol sobre Madrid ya habíamos terminado y chapamos el garito como quien cierra con satisfacción 15 pestañas de Google cuando termina un trabajo.
Y es que no es eso de lo que la Navidad va acaso? De sentarnos a la mesa y ponernos de acuerdo aunque sea solo un rato.
Carlos Náger Cobo
Voluntario Ocio ASER